Un grito!
Y explota el vaso
(hermoso old fashioned)
en la sombra imaginaria
que sonríe en la pared.
Hace tanto del adiós
y él aún la piensa:
sufre, llora, jura,
y cree verla sonriendo
en cada sombra,
riendo de su amor burlado
con tanta saña.
Dieciséis pedazos
del buen vaso y dos onzas
del mejor whisky en el suelo.
Él la amaba y ahora, sentado,
suspira y sonríe…
llora, y una vez más grita:
¡Basta! -y se incorpora-
¡No mereces mi dolor
ni mi whisky, maldita!
Y se sirve otro trago
en un nuevo vaso.
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